Hola,

Soy Silvia, aunque muchos me conocen por mi segundo nombre, Romy, y está bien así. Utilizo mi primer nombre como parte de un trabajo de personal que vengo realizando desde hace algunos años. Silvia me representa mi versión Terapeuta, mientras que Romy me lleva al pasado de abogada, que a veces quiero dejar atrás, pero no es posible, pues como todos, soy la suma de mis experiencias, gratas y no tan gratas. En todo caso, en ambas versiones, la única motivación de mi vida siempre fue la vocación de servicio. 

Quien me conoce, sabe que he sido bendecida con una vida llena de amor y bondades, las cuales agradezco cada día. Desde muy joven sentí la protección divina en cada paso que he dado en mi vida, especialmente en los momentos de mayor angustia y miedo, Dios siempre me protegió y me tendió su mano.  Sin embargo, las batallas internas han sido lo más duro que me ha tocado vivir, aquellas que nadie conoce, aquellas que me cuestionan desde mi esencia como ser humano, mujer, hija, esposa, madre, amiga. Aquellas en las que muchas veces termino perdiendo y ganando a la vez pues son contra y conmigo misma. Esas batallas son las que me han permitido  hacerme  consciente de la vida, de los seres humanos, del Todo y del Uno, del YO SOY. Son esas batallas las que me llevaron a dejar de lado la razón, el control y el miedo, y solo entregarme a la intuición, al conocimiento, al amor incondicional, al servicio, a mi vocación de servicio, a la confianza en que en esta vida nada es casual, y todo es causal.

Hoy, me doy cuenta y acepto que cada experiencia que vivimos es una que tiene un significado subyacente que muchas veces no entendemos, pero que tiene todo un sentido lógico y causal en un plano superior a este, en el que nuestra conciencia representa el 1% de lo que realmente somos, seres espirituales.

Una de mis principales batallas ha sido la del ego. Librarme del qué dirán, dejar de lado los títulos y cartones, para centrarme en trabajar mi amor propio (contrario al ego), en un mundo tan superfluo, acostumbrado a juzgar y a opinar sobre los demás, acostumbrado a mirar hacia afuera y no mirar hacia dentro. Esa batalla no sé si la ganaré algún día, hoy sé que ganarla es alimentar el ego también, por eso hoy solo busco experimentarla y darme cuenta, ser consciente de mi naturaleza y de mis defectos y virtudes y entregarlos al servicio. 

Lo que quiero decir, finalmente, en estas líneas es que he puesto a tu servicio las respuestas a mis cuestionamientos, he puesto a tu servicio toda mi capacidad, mi entrega, y para ello me he capacitado, he aplicado los conocimientos y he vivido experiencias que hoy me permiten ayudarte desde el corazón y el amor, desde la Luz, a que encuentres aquellos aspectos que no te permiten ser feliz y ayudarte a cambiarlos desde la conciencia de que no somos más que un alma teniendo una experiencia humana, llena de aprendizajes.  Y si no podemos cambiarlos, te ayudaré a agradecerlos y a encontrarle un sentido.

Con amor,

Silvia Henríquez